Manantiales, lagunas y venas de agua y la producción de cacao en Bahía de Banderas

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El árbol del cacao se encuentra en los bosques húmedos tropicales con clima cálido, a una altitud de hasta 500 metros sobre el nivel del mar. Crece en manantiales, lagunas y venas de aguas mansas. Es árbol que alcanza de cuatro a 10 m de altura. Sus frutos, son bayas o vainas de color amarillo-rojiza, que contienen de 30 a 40 semillas de color marrón-rojizo.

 En la cultura náhuatl, fue Quetzalcóatl quien regaló el árbol del cacao a los hombres. Se presume que fue la civilización Olmeca la primera en descubrir y cultivar el cacao, que en forma de bebida mezclaban con agua, especias y hierbas. Con el tiempo, la cultura del cacao se extendió a las civilizaciones maya y azteca. La semilla fue utilizada como unidad de medida y monetaria, producto preciado para el paladar y poseedor de propiedades medicinales y místicas.

 Como ritual, en algunas de sus preparaciones, el cacao fue postre culminante de sacerdotes, gobernantes y Pochtecas. Entre los beneficios que el cacao proporcionó a la salud, se mencionan: fortalece el estómago y ayuda al “mal de cámaras”, ayuda a dormir, es afrodisíaco e inspirador del canto y la poesía. Los médicos españoles lo recomendaron de manera moderada como tratamiento para la melancolía, bueno para la tisis y con su manteca curaban heridas profundas.

 Como moneda no pasó desapercibido para Hernán Cortés, que en una de sus Cartas de Relación cita:

“Es una fruta como almendra que ellos venden molida, y tiénenla en tanto, que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes”

Zona Costa:

Pontoque. (En Punta de Mita). Dan veinte indios de servicio para beneficio del cacao.  Tintoc. (En Punta de Mita). Dan diez y seis indios de servicio en una heredad de cacao que tienen en el valle de Banderas.  Apaçan (San Francisco). Dan veynte y quatro indios de servicio en la heredad del cacao.  Orita y Pecatitlan (Lo de Marcos y Monteón). Dan entrambos diez indios de servicio en la heredad del cacao que está a dos leguas.  Xiquian y Caroque (Sayulita e Higuera Blanca). Dan de tributo doce indios de servicio en la heredad del cacao que está tres leguas de las estancias.

 

Zona Valle: 

Apetatuca (Las Juntas, Jal.). Es tierra muy fértil, y tierra para hacer heredades de cacao; tiene muy buenas salinas.  Cihutlan. (Poniente de San Juan de Abajo). Dan treinta y dos indios de servicio en una heredad de cacao que tienen los encomenderos en el valle de Banderas. Timichoc (Valle de Banderas). Dan treze indios de servicio en la heredad del cacao.

 

Zona Sierra:

Acasucheles (El Ranchito, Jal.). Dan cinco indios de servicio en una huerta de cacao en el valle de Banderas.

Del conquistador Alonso Álvarez de Espinosa, en una probanza de méritos se dice:

“Conquistador que recibiera Tintoc como encomienda cuando acompañó a Francisco Cortés en su expedición. Participó en varias pacificaciones y vino de nuevo con Nuño de Guzmán. En una “probanza de méritos” se declara vecino de Compostela. Se le encomendaron en el valle de Banderas los pueblos de “Tintoc y Xiquián e Izcuayuacán […] los cuales son pocos y pobres”. Declara haber sido de los primeros que hicieron plantaciones de cacao en esta región”.

La Relación de Compostela de 1584, respecto al cacao en la región, cita: 

“Este valle de Banderas, y costa de la mar, es muy caliente, y tierra de muchos mosquitos y murciélagos, chinches y otras sabandijas semejantes; alacranes que, en unas partes, son más ponzoñosos que en otras. Por ser tan cálida esta tierra del valle y costa de la mar, hay en ella heredades de cacao, donde se coge mucho y bueno”. 

En 1583 Don Hernán Gómez de la Peña, hombre piadoso, regaló al Colegio de Santa Catalina de Sena de Guadalajara una propiedad en el valle de Banderas, Jurisdicción de Compostela. Dicha posesión consistió en un medio sitio de ganado mayor, una heredad que producía 60 cargas de cacao al año “y una estancia con pocas yeguas y vacas”. La huerta de cacao probablemente se encontraba en los humedales del “El Guayabal” y “Los Pocitos” en el hoy pueblo de Valle de Banderas, y el medio sitio de ganado mayor se extendía hacia Papachula, actual San José del Valle, Nayarit.

En 1601 la merced de San Nicolás Iztapa fue otorgada a Francisco de Balbuena por Severiano de Ochoa, Gobernador de la Nueva Galicia. Constaba de un sitio de ganado mayor y varias heredades de cacao en el valle de Banderas. En 1690 don Pedro de Ávalos y Bracamonte mostró una escritura que lo acreditaba como heredero de Francisco de Balbuena, aunque el censo de 1688 reconoce como dueño a Thomas de Aréchiga, presbítero de San Sebastián.

En 1695 Thomás de Aréchiga solicitó un reconocimiento de sus propiedades. 

En el momento de medir, el título amparaba un sitio de ganado mayor, una caballería de tierra de la hacienda denominada San Nicolás Ystapa, más tres cuartos de estancia en San Antonio Atotonilco, hoy El Tecomate y San Juan de Abajo, Nayarit. Mostró con escritura de venta y obligación de sacar títulos, ser dueño también de dos sitios más, denominados Parán y Piloto, tierras que hoy abarcan Coapinole, Pitillal y Puerto Vallarta, Jalisco. Dentro de su propiedad, el Bachiller tenía las salinas del estero El Salado y dos plantaciones de cacao alrededor del río Pitillal o Parán.

Con el drástico descenso de la población indígena en el Siglo XVI, el cambio en la dieta alimenticia y el uso generalizado de la moneda metálica, el cultivo del cacao casi desapareció. Pero como testimonio vivo de este importante producto en la región, todavía es posible encontrar plantas de cacao en estado silvestre en El Ojo de Agua, ejido de Santa Cruz de Quelitán, Jalisco, y en Juan Sánchez, en el ejido de Alta Vista, Nayarit.

Por: Prof. Eduardo Gómez Encarnación

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